Este árbol se considera un “fósil
viviente”, ya que es el único existente
hoy en día de la familia Ginkgoáceae. Del resto sólo existen fósiles de
hojas de árboles, que poblaban la tierra
en la era jurásica, hace millones de
años.
Es originario de China y puede
llegar a vivir un milenio. Por su gran belleza se ha introducido en América del Sur, Estados Unidos y en
Europa, donde cada vez es más frecuente en nuestros parques, jardines y calles.
En otoño su follaje se tiñe de un color
amarillo uniforme.
El Ginkgo es caducifolio y puede
alcanzar 35 m de altura, con copa estrecha, algo piramidal y formada por uno o
varios troncos. Sus hojas son rugosas y
tiene forma de abanico.
Hay árboles masculinos y femeninos. El nombre original de este árbol en china es“albaricoque plateado” y se refiere al aspecto de sus semillas tipo ciruela, cuya cáscara exterior huele de forma desagradable. La cáscara interior dura rodea un hueso que los chinos y japoneses tuestan y comen como si fueran pistachos.
Como curiosidad se puede mencionar que después de la
bomba de Hiroshima, en la primavera de 1946, un viejo Ginkgo destruido y seco
empezó a brotar, mientras que un templo construido frente al mismo fue aniquilado
por completo. Desde entonces se transformó en símbolo del renacimiento y objeto
de veneración – un “portador de esperanza”. Este hecho despertó la curiosidad
de la ciencia médica por estudiar las propiedades curativas del ginkgo biloba y
hoy en día hay una amplia gama de productos que se utilizan en la lucha contra
varias enfermedades (Alzheimer, Parkinson, crisis cardíacas, trombosis, etc.)
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